jueves, 14 de febrero de 2013

CARNESTOLENDAS













Los caballeros del lugar junto con los marqueses, duques, condes, vizcondes, deanes, sacristanes, curas y obispos se montaron sus gloriosos festejos en el castillo del pueblo. Nombraron a sus regidores y alcaldes bajo el antiguo método de yo te pongo y tú me rindes pleitesía, cumpliendo como Dios manda con todo el protocolo de espadas, togas y túnicas de malla y lino. Se comieron todos los majares, se bebieron todos los vinos y licores. Gozaron de la lujuria que sus atacados miembros desataron. La mierda de los caballos la dejaron sobre la calzada y lanzaron a los siervos sobre ella para que el brillo y la higiene regresaran a la población después de su desenfrenada bacanal.
Los caballeros del lugar en sus conmemoraciones medievales dilapidaron el erario público y para los humildes festejos de carnestolendas del castellano pueblo solo dejaron  despojos. Al pueblo que les pagó con mucho sacrificio sus festejos medievales, solo le dejaron perplejidad y miseria. A ese pueblo descalzo, a ese pueblo hambriento, a ese pueblo que pasa frío, que está parado, sus caballeros han olvidado en un pozo, aunque ellos ya vislumbran sus opíparas y sacrílegas comilonas de las Santas Pascuas.