sábado, 28 de mayo de 2011

“COMO ALCALDE VUESTRO QUE SOY OS DEBO UNA EXPLICACIÓN Y ESA EXPLICACIÓN QUE OS DEBO, COMO ALCALDE VUESTRO QUE SOY, OS LA VOY A DAR*”.

“COMO ALCALDE VUESTRO QUE SOY OS DEBO UNA EXPLICACIÓN Y ESA EXPLICACIÓN QUE OS DEBO, COMO ALCALDE VUESTRO QUE SOY, OS LA VOY A DAR*”.

“Comprended, queridos vecinos, que en estos últimos veintiocho años he estado extremadamente ocupado en conservar el poder con el que me hice pisoteando y embardunando el trabajo de un profesional de la medicina y no he tenido tiempo de dar explicaciones de mi gestión. Ni a mí ni a la gente que entonces componía mi equipo, que venían de quitarse la albarcas y los peales, no nos importó que fuese uno de los médicos más queridos del pueblo. No por su dedicación a la política sino por su entrega desinteresada a su profesión. Recordaréis, queridos vecinos, que luego se lo recompensé dándole su nombre a una de las avenidas de la ciudad, pero era mi momento y no podía consentir que nadie alterase aquello, al igual que no lo he consentido a lo largo de estos casi treinta años.

No es mi intención extenderme demasiado en mi discurso. Una imagen vale más que mil palabras, dicen los entendidos. En el catálogo que os adjunto observareis los logros que he ido consiguiendo a largo de mi mandato para la ciudad. Ahí los tenéis: calles y avenidas preciosas; colegios y aulas especializadas; centros y edificios que, o bien he reparado, o bien he levantado para vuestro goce y disfrute.

Pero lo más importante de todo, lo que mejor refleja el folleto es cómo se ha quedado el pueblo en su conjunto: un pueblo desierto; un pueblo hueco y amordazado; un pueblo atemorizado por mi sutil forma de mantenerme en el poder; un pueblo callado que no quiere salir a la calle por desidia, por miedo y por desesperación. Un pueblo que no conversa ni debate, dinamitando la democracia. Ese ha sido mi gran logro, conseguir el vacío de la calle, la muerte de la colectividad.

No quiero que ahora os enredéis en qué calle, avenida o plaza es la adecuada para soportar mi nombre para la posteridad. Considerando la especialidad que he adquirido a lo largo de todo este tiempo, pensad que, tal vez, en la depuradora se encuentre la respuesta”.

(*) De la película “Bienvenido míster Marshall” de Berlanga.

1 comentario:

Anónimo dijo...

seguramente, don emiliano como buen cristiano, y amante de hacer el bien, por que es el bien, sin esperar recompensas, ya perdono ese capitulo.sobre este articulo ya hablare contigo.