sábado, 7 de mayo de 2011

VOTAD, VOTAD, MALDITOS

VOTAD, VOTAD, MALDITOS

Parafraseando el título de la película de Sydney Pollack (Danzad, danzad, malditos), disfrutando del Cardhu con hielo y de un clásico de Led Zeppelin (Escalera al cielo), reflexiono sobre nuestro ayuntamiento y sobre nuestra ciudad y llego a la conclusión de que nuestro ayuntamiento y nuestra ciudad es nuestra responsabilidad.

En un ambiente de crisis económica como en la película de Pollack nos encontramos ante la gran responsabilidad que tenemos frente a las próximas elecciones locales y regionales.

Leídos los programas electorales de tres de las cinco formaciones que concurren a las elecciones, y digo tres (PSOE, PP y UPyD) porque los otros no los he encontrado en la red, llego a las siguientes conclusiones:

· La capacidad de síntesis de nuestros políticos locales es de una nulidad alarmante.

· Muchas de las cuestiones planteadas no se pueden considerar, per sé, alternativas o soluciones a los problemas que padecemos los ciudadanos de este municipio. Hay mucho de “estudiaremos”, “mantendremos”, “intentaremos”, “hablaremos con”. Es bastante ridículo que el ciudadano tenga que esperar cuatro años para que le oferten que van a pintar el edificio fulano o arreglar las goteras de no se sabe qué centro municipal. Es como decir que van a pagar los sueldos de los funcionarios. ¡Qué gracia tiene la cosa!

· Los programas parecen arrogarse todas las competencias públicas. Creo que de lo único que no hablan es de las Fuerzas Armadas, aunque habrá que esperar a ver el programa de los recalcitrantes del LIM, porque seguro que estos prometen llevar al Ejército a patrullar por los majuelos del pueblo.

· Un poco decepcionante sí que son, pues después de leer tanta propuesta política, a la gente que trabaja día a día con ahínco para poder mantener y financiar todas esas políticas no se la tiene en cuenta para casi nada. Cuando descubres que hay más propuestas para los perros y animales en general que para los trabajadores, te dan ganas de soltar un ladrido y de aullar de desazón y de tristeza.

· Pasan muy de puntillas, y otros ni hacen referencia a la cuestión, sobre algo tan importante como es la fiscalidad municipal y tampoco hablan de la participación municipal en los ingresos públicos. Nadie cuestiona el reparto de la gran tarta. Seamos claros. Los municipios están abocados al más estrepitoso fracaso financiero si continúan ofertando servicios a los ciudadanos y no se garantiza por ley la financiación de los mismos. No se aborda con rigor el problema fiscal del municipio. En el mejor de los casos se proponen rebajas fiscales sin haber sopesado su impacto en el presupuesto municipal. Nadie le dice al ciudadano qué carga fiscal y burocrática va a tener que soportar si decide acometer las obras necesarias para construirse algo tan necesario y humano como es su propia vivienda y ningún partido político plantea con seriedad si en este tema se va a continuar con las argucias legales que la Administración suele utilizar para “pillar” y digo pillar todo lo que pueda del sufrido ciudadano. ¿Se mantendrá el tipo impositivo en las licencias de obra y urbanísticas? El ciudadano, ¿tendrá la certeza de que no se le revisarán los valores declarados?, ¿tendrá el ciudadano la sensación de que le pueden vigilar y el día menos pensado le llegue la notificación administrativa pidiéndole más dinero por alguna figura impositiva relacionada con la obra de su casa?, ¿podrá el ciudadano dormir tranquilo sin la desazón de que la Administración le puede fastidiar su presupuesto familiar por algún imprevisto no contemplado como él lo llevó a cabo?, ¿se terminará de una vez por todas con aquello de que hay que multiplicar por no sé qué coeficiente a efectos de no sé cual impuesto?

· A pesar de que siempre haya algún malintencionado por ahí, debemos convenir que la labor del político es complicada y en ningún momento la podemos tildar de ser un privilegio, salvo tener el privilegio de haber sido elegido por tus ciudadanos y representarles, pero nada más. Por eso mismo llama mucho la atención que ningún programa de los que he leído se hable de la remuneración de los políticos en el desempeño de sus funciones. El ciudadano agradecería claridad en el asunto. Un asunto que no es nada baladí y, al igual que debemos huir de los cargos gratuitos, debemos, igualmente, rechazar que no se nos diga qué parte del presupuesto se destinará a remunerar a los cargos públicos electos y a los llamados de confianza. La transparencia bien entendida empieza por uno mismo.

· Se echa en falta en todos los programas el destino de la Diputación Provincial –a cuyos miembros también elegimos ahora, aunque sea de forma indirecta-. Nadie plantea que las diputaciones provinciales son entes costosos que sólo sirven para lucimiento de políticos, coladero de profesionales ociosos y para el pago de favores de incómoda confesión. Para lo poco que sirve la Diputación Provincial bien podría hacerlo la Junta de Comunidades desde su organigrama actual o futuro y los ayuntamientos de pequeña dimensión tal vez deberían ir pensándose contemplar su realidad desde otras ópticas más eficientes. Las empresas pequeñas se fusionan o se unen para optimizar sus recursos, ¿por qué no pueden hacer lo mismo las administraciones? ¡Cuánto nos gusta ser cabeza de ratón en lugar de cola de león!

· Los dos grandes, PP y PSOE, omiten, y pienso que deliberadamente, cualquier referencia sobre los medios de comunicación de titularidad municipal. Quien dice algo concreto y coherente al respecto es UPyD. Si debemos seguir manteniendo esos medios, los ciudadanos debemos saber lo que piensan quienes tienen posibilidad de gobernar, salvo, claro está, que se nos estén ocultando las intenciones futuras para propia proyección y como vehículo de auto-propaganda. Tremendo error por parte de los partidos políticos mayoritarios. No digo que Canal 10 tenga que mirarse en el espejo de la “2” de TVE, pero que los políticos tengan en cuenta que hoy en día, el ciudadano tiene una capacidad de decisión tremenda. Con pulsar un botón del mando o con dos golpes de ratón ya hemos cambiado de banco, de coche, de compañía de seguros, de periódico, etc. y algún día, no muy lejano, quizás el sistema favorezca el cambio de los políticos con idéntica facilidad.

Realizado este pequeño análisis al que por otra parte, tampoco hay que darle más importancia, confirmar la tesis de que la ciudadanía en su conjunto es la que debe servir de motor de cambio. La sociedad en su conjunto es la que debe implicarse en la participación de la gestión de su ayuntamiento. Algo tan cercano como es nuestro ayuntamiento no tenemos que dejarlo en mano de “los que saben”, como nos ha pasado durante estos últimos 28 años. Es bueno, también, que los ciudadanos participen y por qué no, que se equivoquen. Que no nos institucionalicen toda nuestra vida. El ciudadano ha de ser libre y organizarse como mejor entienda cada situación en cada momento. Si logramos esto, tenemos ganado la mitad de nuestro destino. El ayuntamiento ha de ser un mero instrumento que sirva para canalizar nuestras aspiraciones. Huyamos de los salvadores que prometen velar por nosotros. Exijamos participación y ofrezcamos compromiso y tendremos ganado el otro cincuenta por ciento de nuestro destino. Ahora toca votar y debemos acudir a votar masivamente y aclarar que la izquierda no renuncia a la gobernabilidad de un municipio del que formamos parte activa y que recuperaremos a través de nuestra participación y eso, solo lo conseguiremos si la izquierda preside la institución local.

Se me ha acabado el Cardhu y he cambiado el disco. Hasta pronto.


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