jueves, 5 de noviembre de 2009

CARTA DESESPERADA

CARTA DESESPERADA


Ahora por mi pueblo pasa otra vía de las buenas. Ahora mi pueblo también lo cruza una autovía que enlaza el Este con el Oeste de la península. Hace ya mucho que también lo cruza una de Norte a Sur. También tenemos ferrocarril, que algún día se modernizará y tendrá una velocidad más rápida.

Todo el envoltorio de mi pueblo se modifica, crece y se desarrolla, tanto, que este pueblo sigue siendo tierra de paso, ya ni siquiera es un pueblo de parada y fonda. Aquí ya no paran ni las águilas, pero nuestros jefes, todo lo miran con una autocomplacencia desmesurada, intratable, demagoga y pendenciera. Sí, pendenciera, porque cuando no tienen con quien reñir, buscan la excusa y montan la bronca. Que es lo único, y digo lo único, que dominan.

Pero, aquí, en mi querido pueblo, ya no paran inversores, porque están hartos de las broncas.

Pero, aquí, en mi maltratado pueblo, ya no se detienen empresas, porque no les parece bien aguantar las bobadas emanadas de un verbo fácil y temerario.

Porque por aquí, todos pasan pero nadie se queda.

Pero, aquí, en esta encrucijada, ya no se quedan cooperativas inversoras, porque no les apetece dejarse seducir por el dirigismo del poder absoluto y pendenciero.

Pero, aquí, en este cruce de caminos, ya no planifica la Administración Central, porque observa que somos un pueblo estéril que sólo genera enfrentamiento fraternal desde el mismísimo núcleo del poder.

Porque por aquí, todos pasan pero nadie se queda.

Pero, aquí, en este punto del infinito, ya no nos observa la Unión Europea para crear industrias alternativas, porque a la alternativa no se la deja pasar. Todo son trampas y zancadillas.

Y todos se van.

Nuestros hijos se van porque aquí no hay donde emplearse.

Nuestros hijos se van porque aquí no hay donde se respete la diferencia del pensamiento libre e independiente.

Nuestros hijos se van porque aquí emplearse, es sinónimo de sumisión.

Nuestros hijos se van porque no hay gestión de nuestros enormes recursos.

Nuestros hijos se van porque no cuentan para nada.

Nuestros hijos se van…

Y cuando descubrí que ahora nos atraviesa otra vía rápida, pensé que el amo del universo ya tenía resuelta su gran incógnita para abandonar el pueblo. Pensé que ya tenía los cuatro puntos cardinales expeditos, sin embargo, luego caí en la cuenta de que no sabe conducir un vehículo -es Dios, no hay que olvidarlo- y luego reflexioné: “Si no sabe conducir un vehículo, ¿sabe conducir un municipio?

Aquí ya no para nadie. Todos pasan. Todos se van… sólo uno se aferra al trono.

2 comentarios:

Emérito dijo...

Hola me llamo Emérito Fernández y acabo de encontrar tu blog. Me he llevado una grata sorpresa, no te conocía, pero te acabo de leer y he quedado impresionado. Si impresionado por como describes las cosas que pasan en tu pueblo de manera tan real.
Pienso que si mucha gente de tu pueblo fuera capaz de leer este tipo de opiniones, sin la venda delante, otro gallo cantaría a tu pueblo.
Estoy totalmente de acuerdo con todo lo que expresas en este relato y creo que no te equivocas en nada, el problema que vengo viendo desde que vivo en tu pueblo y que ahora es el mío también, es que casi nadie lee, escucha, oye o atiende, solo se expresa por el interés personal y los jefes que tenemos, son fiel reflejo de la ciudadanía en general.
Encantado de haberte encontrado por aquí y seguiré leyéndote, pues me ha gustado tu forma de tratar las cosas y tus opiniones.
Un saludo.

Angel Fernández dijo...

Muchas gracias por asomarte por este espacio. Espero poder seguir contribuyendo a mejorar mi pueblo, que es el de todos. Ahora estoy bastante ocupado con mi trabajo habitual. Pronto volveré a expresar mi opinión sobre estas cuestiones. Gracias de nuevo.