RUBALCABA: ESE HOMBRE.
Espero que el candidato del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, consiga, más pronto que tarde, el objetivo básico que pienso que se marcó en el discurso del pasado sábado ante su militancia en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid.
Entiendo que lo que pretende, en primer lugar, este gran político español, es recuperar a la propia militancia de su partido. Tarea muy importante si consideramos el gran descalabro que sufrieron tras las elecciones municipales y autonómicas del mes de mayo.
Para conseguir ese objetivo, considero que es primordial, mientras se convocan las próximas elecciones, ir seleccionando candidatos para el Congreso y el Senado que realmente les interesen más la política, más política, que el cargo en sí. Si en verdad consigue deslindar estas cuestiones entre sus propios compañeros habrá dado un paso de gigante hacia La Moncloa. Es posible que entonces los que no estamos en su partido empecemos a creer de verdad en que todo esto puede tener arreglo desde la izquierda. Aunque fuese una izquierda socialdemócrata, nos daríamos por muy satisfechos.
El discurso del sábado tiene propuestas más o menos discutibles, pero en definitiva son propuestas concretas. Sin laceraciones hacia el pasado reciente pero sin ignorar los errores que pudieron cometer, pero al fin los españoles podemos ver a un político que propone y explica sus motivos e intenciones. Cosa distinta es que pueda conseguir apoyos unánimes dentro y fuera de sus filas, pero lo realmente a tener en cuenta es que tiene algo que ofrecernos.
Lejos de darse autocomplacencia o autobombo con sus éxitos en la política reciente de Estado –como sus logros innegables en materia de terrorismo y seguridad vial- hizo hincapié en el desierto que tenemos que cruzar pero sabiendo que se puede cruzar con la fórmula de haciendo política, más política.
Y puesto que la derecha va en bloque: la política, la mediática, la económica, la internacional, la extrema, la Iglesia, etc., estaría muy interesante, al menos para el corto plazo, que la izquierda asumiera sus señas de identidad en conjunto. No conviene ni al ciudadano, ni a la cultura, ni a la economía de este país que todo el poder esté del lado del partido Popular.
Desde el antagonismo debemos generar el conflicto ideológico práctico para ganar las próximas elecciones generales, sean éstas de forma inmediata o en su tiempo, que es lo que procede.
Y hablo de crear el conflicto ideológico desde el antagonismo porque cuando el trabajador, el pequeño comerciante, el parado, el pequeño agricultor, el artesano y el industrial mediano, el profesional y el investigador, el funcionario, da un cheque en blanco con su voto a la derecha, es que la izquierda –sin más apodos- no cumple con su función social fundamental, que no es otra que la de establecer los mecanismos básicos para que el pueblo llano y sencillo comprenda, razone y asuma libremente que los grandes problemas que nos azotan están creados por los adversarios del progreso que no son otros que las clases dominantes representadas por la opción política conservadora del partido Popular. Y que no todo es dinero contante y sonante en nuestros bolsillos.
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