jueves, 1 de noviembre de 2007

CRONICAS PLENARIAS. OCTUBRE 2007

ENSAÑAMIENTO

Las aceras multicolores, la esquina principal opaca, las meadas calientes corriendo entre las jardineras de la plaza que sostiene a la Cultura y a la Justicia. La bomba sin presión y la válvula sectorizando al Máximo. Peces asfixiados y naturaleza muerta. Temas de reparto privados que se ventilan abiertamente en pública asamblea. Fachadas ruinosas y bonificadas, patios gravados y alcobas violadas por la exención. La paridad soterrada, en medio del Sumo Pontífice y de los otros tres grandes cónsules varones, escondida, la prócer aparejador.
Esto era lo que iba descubriendo Demócrito por Estuario de las Siete Absolutas, obedeciendo instrucciones del Gran Corifeo de la voluntad popular, el último martes del soleado mes de Octubre. Sin embargo, también reparó en el ambiente social y observó la oscuridad y la falta de ánimos de sus gentes. Quiso llegar a la conclusión de que a las gentes del pueblo les faltaba más oxígeno que a los peces inertes de la balsa vecina de la depuradora que todos los próceres de la asamblea pretendían depurar. Continuó con su inspección y con su paseo. Llegó hasta los aledaños de los institutos, donde halló a un grupo de diecisiete jovenzuelos jugando animadamente y se quedó contemplando a los chicos y a su distracción. En un lance del esparcimiento, el jovencito de más reciente incorporación no entendió muy bien la jugada que el más listo, más guapo, más alto y más veterano del grupo hizo y tuvo el atrevimiento de decirle: “Eso es ilegal”. Demócrito continuó expectante el desarrollo del envite cuando el más listo, más guapo, más alto y más veterano del grupo llevó la palma de la mano derecha a la mejilla del jovencito, éste calló, y el veterano golpeó dos veces la mejilla del chico, luego, más tarde, con el puño cerrado de la izquierda le atizó en el mentón, acto seguido y sin mediar palabra estrelló su cabeza en la frente del novato provocándole una herida por la que empezó a brotar sangre ignara, con el brazo izquierdo sujetó la cabeza y con el puño derecho golpeaba con rabia el vientre del aprendiz arrojando, finalmente, todo su cuerpo sobre el suelo. Después, el más veterano del juego, pateó sin piedad los riñones y la cabeza del novato sin ofrecerle la posibilidad de defenderse. ¡Qué poca misericordia! —pensó Demócrito ante la escena— Los compañeros de juego, quietos e inmóviles no intervinieron para atajar la cuestión y a Demócrito le llegó a la mente la escena del xenófobo del tren frente a su desasistida víctima contemplados por el testigo pusilánime.
Después de que el más alto, más guapo y más veterano limpiara el sudor de la frente y mirara desde lo alto y con desprecio a su víctima, Demócrito se interesó por el juego.
—¿Qué juego es éste, chavales?
—¡Política! —respondió el más alto, más guapo y más veterano.
—Esto sólo es soberbia, ira o embriaguez y, sinceramente chiquillo, agradecería que estuvieses borracho.
—¡No he bebido!, ¡estúpido caminante! —espetó a Demócrito el más guapo, más alto y más veterano.
—Entonces no te entiendo, joven —se interesó de nuevo Demócrito.
—¡Ha mentido!, no ves que ha mentido, viejo metementodo —dijo enojado el joven veterano.
—Tal vez, en vuestro juego, él haya mentido, pero tú te has ensañado. Has actuado con una crueldad y una saña terrorífica, chiquillo. La saña, el ensañamiento es un delito, un crimen vil y condenado en nuestro Código Penal. ¿Quién te dijo que esto que acabáis de hacer, es política?
—El César, nuestro gran César, viejo —exhibiendo una sonrisa trató de concluir el joven más guapo, alto y veterano del instituto.
—No lo puedo creer. Dime joven, ¿tu César es elegido democráticamente?
—Sí, viejo caminante y además lo ha sido en muchas ocasiones y las que aún le queden —esgrimió exultante el chaval a Demócrito.
—Eso puede ser parte del problema, pero chaval, tú debes haber mal interpretrado a tu César —planteó dudas Demócrito a los planteamientos del joven.
—En ningún caso, viejo. Lo acaba de hacer ahora en la última asamblea de próceres. Además, nuestro César, también es docente. Lo explica todo muy bien, yo aspiro a ser César como él algún día, ¡seré tan grande como él! —ilusionado expuso el joven veterano.
—Insisto joven, un docente no puede trasmitir este mensaje a la juventud. No creo que un docente transmita esa arrogancia, exhiba esa soberbia y eduque en el ensañamiento.
—Pues debe creerlo viejo estúpido, nuestro maestro, nuestro Sumo Pontífice, nuestro César es así y por eso mismo se mantiene en palacio —Demócrito reflexionó un instante y después, dirigiéndose a todo el grupo de jóvenes, les lanzó el siguiente mensaje:
—Id al pueblo y decid a las gentes de buena voluntad lo siguiente:
—¡Cesar al César!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cesar cuidaros de los idus de marzo...
y cesar no se cuido............

tu tambien bruto, hijo mio........

Los politicos de este pueblo dan pena.