viernes, 4 de marzo de 2011

ALICIA EN EL PAIS DE LAS MARAVILLAS



ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS

El magnífico Tim Burton ha realizado una versión cinematográfica de “Alicia en el país de las maravillas” y ha conseguido el Oscar a la mejor dirección artística y al mejor vestuario. Todavía no la he visto, pero la veré, por dos razones básicas: Tim Burton es un cineasta con una imaginación extraordinaria y si a eso ligamos la imaginación del autor del libro, Lewis Carroll, el deleite está servido.
Y aprovechando el éxito cosechado por esta versión cinematográfica del libro, es un momento para recomendar la lectura o revisión del texto que ha dado pie a la película.
El autor, Charles Lutwidge Dogson, que publicó con el pseudónimo de Lewis Carroll, era el mayor de los once hijos, cuatro chicos y siete chicas, del reverendo Dogson, pastor protestante. Curiosamente todos eran zurdos y todos tartamudeaban. Dedicó su vida a la enseñanza y al estudio apasionado de las matemáticas. Ingresó a los 18 años en Oxford. También fue nombrado diácono de la Iglesia Anglicana.
Pero lo que a veces se recomienda como lectura infantil, que lo es, resulta que puede impresionar por cómo pone de relieve, utilizando una crítica cáustica, las imperfecciones de la sociedad de los adultos: los personajes son locos y extravagantes y todos quedan igualados por esa locura colectiva. El conejo blanco perseguido por el reloj y el control del tiempo, el gato sonriente que aparece y desaparece, la liebre de marzo, el sombrerero loco, totalmente desequilibrado. Los naipes de la baraja. La reina de Corazones y su autoritarismo político: “que le corten la cabeza”. Los cambios en el cuerpo de la propia Alicia.
En fin, que si para los niños es un libro de fantasía, para los adultos es una clase magistral sobre nuestras contradicciones, defectos, ambiciones, adicciones, el país absurdo y el espacio infinito.

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