lunes, 23 de noviembre de 2009

ESCUELAS DE CIUDADANOS

Que se lo apliquen ellos mismos. Pero ¿cómo se atreven a ser tan hipócritas?
Cómo pueden desde este poder municipal decirnos a los ciudadanos que esto es el ejemplo a seguir. Pero cómo se atreven estos miserables políticos de nuestro pueblo esgrimir la expresión de "ciudadanos ejemplares" utilizando para su propia proyección los nombres de todos aquellos que "pagados y primados" por el poder han venido a Manzanares a conferenciar sobre sus gustos y sobre sus tendencias. No tienen narices a exponer lo que diría el portavoz de los chalecos amarillos. Pero, ¿qué saben todas estas estrellas de las miserias de nuestro querido pueblo?
Miren ustedes, jefes de mi pueblo, yo entiendo lo que es la Educación para la Ciudadanía, pero ustedes tendrán que hacer el curso de acceso y con carácter de urgencia. Pero, ¿ustedes se creen que la gente que ha asistido de buena fé a estas conferencias necesitan de verdad que, alguien por muy ilustrado que sea, necesita que les diga lo que es ser un ciudadano?
Un buen ciudadano es el que no se apega al poder.
Un buen ciudadano es el que no insulta a sus opositores en los Plenos municipales.
Un buen ciudadano es el que no se atrinchera en sus componendas y chanchullos.
Un buen ciudadano es el que no utiliza el dinero del pueblo para darse un baño de multitudes amparado en la aquiesciencia de una estrella mediática.
Un buen ciudadano es el que no utiliza los medios municipales en su provecho en contra del resto de ciudadanos.
Un buen ciudadano sabe dar la palabra al adversario.
Un buen ciudadano escucha lo que le dicen sus convecinos.
Un buen ciudadano no está pensando solo en su porvernir económico.
Un buen ciudadano no es el que sólo piensa y defiende su escudo político.
Un buen ciudadano es el que quiere a su familia.
Un buen ciudadano sabe, generosamente, pasar el testigo del mando.
Un buen ciudadano no se confabula con los amigos de tus amigos para herirte de muerte.
Un buen cudadano sabe cuando debe defender a la gente de su pueblo.
Un buen ciudadano no es la gente que dirige mi pueblo.

martes, 17 de noviembre de 2009

BORRACHERA

BORRACHERA
(A PROPÓSITO DEL NÚM. 341 DE SIEMBRA)



Este mes va de vinos y de culpabilizar a otros de todos nuestros temores, responsabilizar a otros de nuestros miedos, este mes va de quemar un poco más las naves de otra generación. Como siempre ha hecho la derecha política. Genera el problema y luego se escuda en hipócritas discursos de las políticas que se han aplicado.

Mires ustedes, los jóvenes del botellón no son antisistema ¡ojala lo fueran!
Miren ustedes, los jóvenes no son taciturnos ni se han enrocado en posturas radicales, ¡ojala lo hicieran!

Los jóvenes no han creado un mercado laboral que devora al ser humano antes de haber llegado a los cincuenta años.

Los jóvenes no han creado las televisiones privadas que tanta bazofia arroja por nuestros hogares a través de las ondas.

Los jóvenes no han participado en engendros tan perversos como “Gran Hermano” que prostituye a la juventud por un dinero nunca efectivo, en beneficio de una audiencia para generar dividendos a los accionistas que luego se asombran de que algún que otro joven, desesperado, les lance un exabrupto.

Los jóvenes no han militarizado ni armado el Planeta.

Los jóvenes no son los propietarios de las redes de distribución de las drogas ilegales y de la trata de blancas.

Los jóvenes no son los que estafan en los municipios.

Los jóvenes no son los que generan la gresca política.

Los jóvenes no son los que han ideado un sistema fiscal insaciable que ha provocado que los establecimientos de bebidas (bares, discotecas) tengan que ajustar los precios para no perder un dinero que la juventud no tiene por falta de trabajo, de perspectivas y de futuro.

La juventud estudia, a pesar de los vaivenes de los distintos sistemas educativos tan pervertidos por el asunto religioso.

La juventud que tiene empleo, trabaja y es responsable.

La juventud es noble y quiere sentirse protagonista de su tiempo. Como siempre ha pretendido la juventud en cualquier época.

Si pretenden arreglar el botellón con la bofetada sin preguntar a la juventud sobre otras muchas cosas que les afectan, jamás lo conseguirán.

jueves, 5 de noviembre de 2009

CARTA DESESPERADA

CARTA DESESPERADA


Ahora por mi pueblo pasa otra vía de las buenas. Ahora mi pueblo también lo cruza una autovía que enlaza el Este con el Oeste de la península. Hace ya mucho que también lo cruza una de Norte a Sur. También tenemos ferrocarril, que algún día se modernizará y tendrá una velocidad más rápida.

Todo el envoltorio de mi pueblo se modifica, crece y se desarrolla, tanto, que este pueblo sigue siendo tierra de paso, ya ni siquiera es un pueblo de parada y fonda. Aquí ya no paran ni las águilas, pero nuestros jefes, todo lo miran con una autocomplacencia desmesurada, intratable, demagoga y pendenciera. Sí, pendenciera, porque cuando no tienen con quien reñir, buscan la excusa y montan la bronca. Que es lo único, y digo lo único, que dominan.

Pero, aquí, en mi querido pueblo, ya no paran inversores, porque están hartos de las broncas.

Pero, aquí, en mi maltratado pueblo, ya no se detienen empresas, porque no les parece bien aguantar las bobadas emanadas de un verbo fácil y temerario.

Porque por aquí, todos pasan pero nadie se queda.

Pero, aquí, en esta encrucijada, ya no se quedan cooperativas inversoras, porque no les apetece dejarse seducir por el dirigismo del poder absoluto y pendenciero.

Pero, aquí, en este cruce de caminos, ya no planifica la Administración Central, porque observa que somos un pueblo estéril que sólo genera enfrentamiento fraternal desde el mismísimo núcleo del poder.

Porque por aquí, todos pasan pero nadie se queda.

Pero, aquí, en este punto del infinito, ya no nos observa la Unión Europea para crear industrias alternativas, porque a la alternativa no se la deja pasar. Todo son trampas y zancadillas.

Y todos se van.

Nuestros hijos se van porque aquí no hay donde emplearse.

Nuestros hijos se van porque aquí no hay donde se respete la diferencia del pensamiento libre e independiente.

Nuestros hijos se van porque aquí emplearse, es sinónimo de sumisión.

Nuestros hijos se van porque no hay gestión de nuestros enormes recursos.

Nuestros hijos se van porque no cuentan para nada.

Nuestros hijos se van…

Y cuando descubrí que ahora nos atraviesa otra vía rápida, pensé que el amo del universo ya tenía resuelta su gran incógnita para abandonar el pueblo. Pensé que ya tenía los cuatro puntos cardinales expeditos, sin embargo, luego caí en la cuenta de que no sabe conducir un vehículo -es Dios, no hay que olvidarlo- y luego reflexioné: “Si no sabe conducir un vehículo, ¿sabe conducir un municipio?

Aquí ya no para nadie. Todos pasan. Todos se van… sólo uno se aferra al trono.

lunes, 2 de noviembre de 2009

LA MONEDA DE ORO




LA MONEDA DE ORO

El último regalo que Rebeca hizo a su amado esposo con motivo de su pasado aniversario de bodas había sido un cinturón de piel de color negro y de reconocida y prestigiosa marca. Eran ya demasiados años de convivencia en matrimonio, en realidad el próximo aniversario era el de los veinticinco años, iba a hacer las bodas de plata con su querido esposo Darío. En realidad se habían hecho todo tipo de regalos en aquellos años de convivencia. Recordaba que un año le regaló un libro sobre la pesca que tanto le gustaba a su compañero. En otra ocasión el regalo consistió en un reloj que aun conservaba en perfecto estado de funcionamiento. Era de una gran marca. Las cosas a nivel económico le iban bastante bien al matrimonio formado por Darío y Rebeca. Pero ahora ya no sabía que regalar. Había repetido algún que otro regalo. A Darío le ocurría lo mismo. Él recurría con demasiada frecuencia a los socorridos ramos de flores de última hora.
Rebeca rondaba ya los cincuenta años y se conservaba bastante bien. No llegaba a los sesenta kilos de peso y disponía de una gran vitalidad y agilidad gracias básicamente al deporte que hacía que en realidad tampoco era mucho ya que su trabajo de directiva en una compañía de telecomunicaciones no le dejaba mucho tiempo libre. Fumaba tal vez en exceso aunque no consumía apenas alcohol.
En esta ocasión pretendía que su aniversario de bodas fuera algo muy especial, quería que su esposo lo recordara para siempre. Tenía la idea de ofrecer un regalo que llenara de vida el espacio que la monotonía se había ido comiendo por el transcurrir de los días. Llevaba al menos un mes pensando en el regalo de las bodas de plata pero aún no había conseguido aclarar su mente. El trabajo le absorbía bastante tiempo. No había podido darle hijos a su querido Darío pero esto era algo ya superado por la pareja. La adopción la trataron durante algún tiempo pero acabaron desechando la idea por lo problemático del asunto y el tiempo que había que dedicar al mismo.
Pero ya tenía que saber en qué iba a consistir el regalo de las bodas de plata. Le quedaba apenas una semana para la fecha. Cuando el trabajo se lo permitía, desde el mismo visitaba alguna que otra página web, pero lo que pasaba a través de la pantalla de su ordenador tampoco llegaba a satisfacerla por completo. Un día aprovechó un viaje de trabajo a la capital y se entretuvo contemplando escaparates en la zona centro. Todo lo que se encontraba a su paso le resultaba muy clásico. Tiendas de ropa, joyerías, perfumerías, librerías, en fin, Rebeca no hallaba un regalo que cubriera sus expectativas. Comentó una mañana, mientras tomaba café, el asunto con su compañera Laura, ésta le explicó que ella en un cumpleaños de su esposo le había llevado una masajista sexual y que lo pasaron estupendamente y que ya no se hacían otro tipo de regalos desde entonces. Una sonrisa consiguió arrancar de Rebeca este comentario, pero ella tenía claro que no entraría en ese mercado. Le parecía que la dignidad humana estaba por encima de todo y no le sugería nada en absoluto alquilar el cuerpo de un ser humano para estos fines. Todavía podría ver con buenos ojos regalarle una mascota a Darío. Laura también le comentó que una vez su esposo le había regalado un crucero por el mar Báltico y que quedaron bastantes satisfechos de aquella aventura.
No obstante a Rebeca no acababa de convencerla la idea del crucero, también le parecía un regalo muy clásico y tampoco le apetecía ser objeto de las modas contemporáneas.
Llegó la víspera del aniversario y Rebeca no había conseguido dar con el regalo que quería hacer a Darío y las prisas de última hora empezaban a angustiarla. Aquella mañana salió del trabajo y se dirigió en su vehículo de nuevo a la capital en busca del detalle para Darío. Mientras conducía su Opel Omega por la autovía, su mente no cesaba un sólo instante. ¿Un disco?, no, ya lo había regalado en un cumpleaños. ¿Un ordenador portátil? Eso podría gustar a Darío pero ya tenía un ordenador en casa y le parecía mucho el dinero que tendría que invertir. Tal vez el asunto de la masajista no sería tan tremendo como pensó en un principio. Pero no, no y no y además no sabía donde tendría que ir para hacer semejante encargo.
Con la mente revuelta llegó al aparcamiento del centro de la ciudad. Retiró el ticket y aparcó su vehículo. Se encontró de nuevo frente a las galerías comerciales más variopintas. No encontraba lo que andaba buscando. En una de las calles adyacentes al centro comercial descubrió un rótulo que decía “artículos de esoterismo”.
Al llegar al establecimiento observó que no tenía escaparate y sobre la fachada y a modo de placa anunciadora y en piroloxín sobre plancha se repetía la frase del luminoso vertical. No había timbre al que pulsar para llamar, un antiguo llamador de bronce colgaba sobre la puerta de abedul y haya antigua. Elevó su brazo derecho y con su mano alcanzó el llamador que representaba la pezuña de un animal extinguido, golpeó y la puerta se abrió.
Una cortina de oscuras tonalidades y tela grasienta tuvo que apartar Rebeca para acceder a las dependencias de venta de aquella insólita expendeduría. Echó un vistazo general por el local y comprobó sorprendida que la atmósfera que allí se vivía era claramente onírica, sacada de un extraño sueño, todo lo que podía ver y tocar lo sentía con sensaciones que jamás había tenido. Aquello era mágico de verdad. Rebeca pensó que tal vez en ese misterioso zoco encontraría el regalo de aniversario para Darío.
Un gigantesco saltamontes de papel pendía de un hilo colgado del techo y parecía querer hablar a Rebeca. Un fuerte olor a húmedo despedía un juego de muñecos de fieltro y que ella pensó que se utilizarían en sesiones de magia negra o tal vez de vudú. Sobre uno de los mostradores una pieza de latón pretendía representar al vacío en tres dimensiones. Una lámpara elaborada con cañas de bambú iluminaba débilmente una bola de cristal que despedía rayos de luz irisados. Una anciana mujer ataviada con ropas de color negro apareció al otro lado del mostrador y atendió a Rebeca.
Rebeca hizo una breve exposición de los motivos de su regalo y preguntó a la señora que con manos temblorosas la atendía qué podría regalar a Darío para celebrar sus bodas de plata. Rebeca no dejaba de sorprenderse de cada artículo con los que sus ojos se tropezaban a cada instante. Al fondo y sobre una estantería de mimbre observó que había una lagartija viva que no cesaba de caminar sobre aquel destartalado anaquel. La anciana sin mediar palabra se retiró a la trastienda. Una pequeña escultura en madera de ébano quedó observando Rebeca mientras la anciana había marchado a la trastienda. Aquella escultura parecía representar una mujer tocando un instrumento musical tribal pero de sus ojos parecía salir la mirada del miedo y del desprecio a lo inerte e inmóvil. En la pared de la derecha un pequeño óleo sobre lienzo representaba unas máscaras indias festejando un acalorado carnaval. Los ojos de Rebeca contemplaban entusiasmados aquel bonito retablo. Le recordó la orgía en la que participó de joven en su pueblecito natal y que con tanto placer disfrutó antes de conocer a Darío. Encima de aquel cuadro, otro lienzo sobre masonita hacía alegoría al icono de lo subterráneo, éste le inquietó y volvió a fijar sus ojos en el anterior. Sobre el alféizar de la ventana, una maceta de la que caían abundantemente hojas de mirto de un arrayán. La aguja de un viejo tocadiscos surcaba un LP con música ritual. Rebeca entre asustada y emocionada seguía a la espera de la vieja dependienta, su mente a veces se preguntaba sobre qué sería capaz de traer al mostrador pues apenas dejó a la buena señora alternativas dado que con su comentario anterior la puso en antecedentes de todo aquello que a lo largo de estos veinticinco años le había regalado a Darío y que no quería repetir. En verdad que parecía que había encontrado el establecimiento adecuado pues de todos los objetos de los que estaba surtida la tienda nunca hubiera pensado en regalarlo ni a su cónyuge ni a cualquier otra persona.
En su pierna izquierda, a la altura de la rodilla, sintió un ligero cosquilleo que era producido por la suave hoja de una planta tropical que se balanceaba al compás del ventilador helicoidal que colgaba sobre el techo. Sentir aquello sobre su rodilla hizo que sus pezones se le erizaran y recordara los mejores momentos de amor vividos junto a Darío. Su mente recordaba la violenta música de hard rock que entonces su novio Darío llevó a una vieja cuadra de un familiar, habilitada para aquellas ocasiones en mini discoteca, y de como era frenéticamente penetrada por el miembro de Darío a golpe de estridente guitarra eléctrica. Resignada, comprendió que ahora se conformaba con el ritmo agradable y relajado de una formidable pieza interpretada por artísticos dedos sobre el teclado bicolor de un gran clásico piano de cola. El giro del tam tam del disco de la tienda de artilugios extraños hizo volver su mente a su ubicación actual y se preguntó, ¿Esta señora, en verdad ha ido a por algún artículo? ¿Se ha olvidado de mí? ¿Pensará que no es cierta mi historia? ¿Por qué tiene que tardar tanto? Encendió un cigarrillo y aspiró relajadamente el humo nicotinado del mismo. Mientras fumaba observó una de las vitrinas acristaladas de una potenza de la tienda y comprobó que allí la señora anciana exponía tarros con aceites exóticos. Rebeca creyó al mismo tiempo que tal vez usar uno de esos aceites en la celebración de sus bodas de plata podría estar excitantemente genial y provocador, no quería olvidar ese detalle tan importante en cualquier relación de pareja y además tenía demasiado claro que en el sexo hay que estar renovando constantemente sino se quiere perder la plaza. Rebeca trataba este asunto tan importante de la vida como el propio trabajo pero le resultaba más gratificante la remuneración sexual aunque fuera más efímera y por eso mismo creía que había que ejercerla muy, muy cotidianamente. No se podía abandonar al libre albedrío esta cuestión.
Para evitar ponerse nerviosa, comenzó Rebeca a pasearse por los espacios que estaban libres de objetos dentro de la tienda. Al aproximarse a una esquina con forma de cruz tau bífida observó que aquel espacio estaba guardado por una estatua de marfil que representaba a un guerrero egipcio. Sorprendida y temblorosa quedó la mente y el cuerpo de Rebeca. Comprobó con sus propias manos que aquel guerrero había sido esculpido en noble marfil y creyó intuir que podría corresponder incluso en el tiempo a la época que representaba. Acarició con intriga el haik que le caía de los hombros a los pies, era de una seda natural muy agradable al tacto, unos tonos policromos muy excitantes a los ojos, creía que cegaba al quedar fija su vista sobre aquel antiguo vestido. Su curiosidad no quedó satisfecha y alargó su mano derecha hasta la cabeza de la estatua, puso su pulgar sobre el áspid que llevaba el ureus que tocaba la susodicha cabeza y en ese misterioso momento una puerta se abrió y Rebeca quedó atrapada en un submundo desconocido y al mismo tiempo emocionante.
Al intentar dar el primer paso que inició con su pie derecho, miró al suelo que era de arena blanca y fina, muy agradable de pisar y de caminar sobre ella, pero descubrió que las botas altas de piel y tacón que llevó a la tienda habían sido sustituidas por unas sencillas y cómodas sandalias. Fijó la vista al frente y sus ojos sólo eran capaces de captar sol y arena, giró alrededor con su vista en alto y sólo era consciente de comprobar que en su contorno sólo había arena y sol, sol y arena. Comprendió Rebeca que podría estar viviendo un sueño o que el aire que respiró en la tienda esotérica le había transfigurado su raciocinio.
Sus dinámicas y elegantes ropas de ejecutiva le habían sido quitadas y cambiadas por un cómodo peplo de seda natural, sus cabellos quedaron sueltos y con sus movimientos parecían que peinaban el viento románticamente. Tenía que llegar con prontitud a algún destino donde encontrar civilización humana. Ya no le importaba quienes fueran. Sabía perfectamente que en el desierto no podía quedarse mucho tiempo. Caminando fatigosamente se dirigió en dirección norte, llegó a la cúspide de una gran duna a duras penas y allí encontró una cratera con agua limpia y fresca. Sin dudarlo bebió de ella hasta saciar su sed. Refrescó sus pies, bajó su vista y desde la loma de la duna observó con muchísima alegría el reflejo de lo que parecía una moneda. Llegó hasta ella y efectivamente era una moneda de oro rodeada por esqueletos humanos, temblando la cogió con sus dedos pulgar y corazón de la mano derecha. Lo primero que hizo fue examinar el canto de la insólita moneda, había una inscripción que decía: “El áncora es la felicidad, la cruz rasgada es la muerte” Miró el anverso de la moneda y efectivamente en el campo del mismo había grabada una cruz de áncora y un grafismo ininteligible para ella, giró la moneda y observó el reverso, allí había sido inscrita una cruz rasgada con un epígrafe conmovedor por lo extraño e intimidatorio por la propia orientación del grafismo.
Sólo tuvo fuerzas para sentarse sobre la suave arena. El sol martirizaba su piel, la moneda su mente. ¿Qué representa la moneda? ¿Qué debo hacer ahora? Se levantó y se puso de nuevo en camino pero no avanzaba, no era capaz de dar un paso adelante. No era capaz de avanzar en ninguna dirección. Volvió a sentarse y a examinar de nuevo la moneda de oro. Llorando y desesperada pensó que no llegaría a poder hacer el regalo de bodas argénteas a Darío. ¡Jamás debí acceder a la tienda extraña! ¿Cómo he podido ser tan torpe? ¡Qué desesperación! Seguro que recordaré... recordaremos las bodas de plata. Creyó estar atrapada por la moneda de oro. ¿Sería ella la causa de no poder avanzar? ¿Debería lanzarla al aire? No puedo arriesgar mi vida con ella. Puede salir la cruz rasgada y entonces estaré más perdida aún. Rebeca intentó retroceder sobre sus pasos arrastrando su cuerpo pero la duna había desaparecido y se había desorientado. Lo volvió a intentar pero su cuerpo se quedaba inmóvil. Entonces decidió correr el riesgo de lanzar la moneda. Antes de acometer esa acción respiró hondamente al menos durante varios minutos. Totalmente relajada y confiando en su buena suerte, lanzó la moneda al aire. El tiempo había corrido inexorablemente y ya era el día de su aniversario de bodas. Ya tenía la certeza de no llegar a tiempo para ver a su querido esposo en día tan señalado. Con la mano derecha se cubría del sol y con sus ojos miraba trémulamente la caída de la moneda. Puso la mano izquierda para atrapar su suerte, la moneda desapareció y Rebeca se encontró súbitamente en la primera terraza de un enorme y lujoso ziggurat.
Dos enormes columnas de soldados egipcios hicieron sonar sus vibrantes trompetas. A Rebeca esto la conmovió. A las trompetas, los soldados, les sacaban hábilmente un tipo de música antigua pero muy reconfortante para los oídos de la extrañada Rebeca que inició su camino entre las dos columnas de soldados. Unas bellas jóvenes agasajaban a Rebeca echando sobre el suelo pétalos de perfumadas rosas. Todas ellas se agachaban reverenciando a la guapa extranjera. Llegó hasta la segunda terraza del ziggurat.
Aquí Rebeca fue recibida por un gran cortejo de expertas damas en belleza femenina. La acompañaron dentro de una dependencia donde se acometían las labores propias para que una mujer pueda recobrar el esplendor de su condición y de su juventud. Dos de estas expertas mujeres le quitaron el peplo ajado por el viento y la arena del desierto. Tumbaron a Rebeca sobre una cómoda e insinuante camita, tumbada Rebeca, otras dos mujeres, una por cada pie, la descalzaron y tiraron las estropeadas sandalias que casi estaban derretidas por el calor de la caminata por la arena. Cuatro mujeres se aproximaron a la altura de Rebeca. Ésta no podía creer lo que estaba viviendo. Alzaron sus brazos y dos ellas con una crema muy suave depilaron sus axilas que dejaron armoniosamente bellas. Las otras dos mujeres se encargaron de su pubis depilándolo y dejándolo tan suave como la piel del melocotón.
Pasaron cuatro jóvenes, guapos y fuertes, alzaron a Rebeca y la llevaron hasta una enorme piscina, donde su excelso y nacarado cuerpo fue bañado en leche de burra. Seis diestras jóvenes con sus hábiles manos no dejaban de masajear al mismo tiempo el cuerpo de Rebeca. Un joven de color dentro de la piscina se ocupó con sus fuertes y experimentadas manos de endurecer los senos de Rebeca.
Los mismos jóvenes que la llevaron a la piscina se encargaron de sacarla lenta y dulcemente de su blanco baño y la aposentaron sobre un sillón. Sentada cómodamente, dos maestras en el aderezo femenino consiguieron que sus manos, dedos y uñas quedaran como las de la mejor de las Afroditas soñadas. Dos ilustres pintores, sacaron de los labios de Rebeca toda su sensualidad, perfilándolos de manera magistral, continuaron con sus ojos, pestañas y cejas. En verdad que Rebeca se estaba convirtiendo en toda una diosa de la belleza. Dos mujeres maduras se ocuparon de sus pies. Un imaginativo peluquero convirtió la cabellera de Rebeca en todo un monumento a la agradable sensualidad que toda mujer lleva dentro de ella. Una pareja de jóvenes y valientes soldados la erigieron de aquel sillón.
Con Rebeca de pie y desnuda, las trompetas volvieron a sonar alegremente. Dos esbeltas mujeres se acercaron hasta ella y le colocaron un hermoso haik de seda transparente, la tela que caía de sus hombros y que se anudaba a la altura de sus excelsos pechos, estaba incrustada de piedras preciosas, zafiros, rubíes y esmeraldas mayoritariamente.
Dos labradores de perlas, colocaron sobre su cuello un enigmático y bello collar de perlas naturales, de sus orejas unos preciosos pendientes a juego.
Todos a su alrededor guardaron silencio, las trompetas volvieron a sonar en señal de triunfo y un guapo hombre salió de una puerta con el tocado de Rebeca, se acercó a ella, le hizo una majestuosa reverencia y le colocó sobre la cabeza un exótico flabellum. Ni la mismísima Cleopatra habría estado tan guapa, atractiva, bella y deseable como lo estaba ahora Rebeca.
Cuatro jóvenes de color ataviados con un escaso shenti alzaron un trono sobre el cual colocaron a Rebeca y entre agasajos de los habitantes de aquel enigmático pueblo la elevaron hasta la última terraza del ziggurat y allí estaba Darío en la mejor de sus versiones. Alto, guapo, enamorado, apasionado...
Recibió a Rebeca con una postración y le entregó una rosa roja en señal de la pasión que sentía por la mujer más bella del mundo, Rebeca bajó del trono y ofreció sus sensuales labios a su esposo. Comenzaron la celebración de su más deseada efeméride.
El príncipe de aquel esotérico lugar dispuso todo lo necesario para que Rebeca y Darío disfrutaran como nunca de la celebración del aniversario de su unión matrimonial, cedió el lugar de la princesa y el de él mismo que fueron ocupados delicadamente por los enamorados del tiempo futuro. Comieron de los mejores y naturales manjares de aquellas extrañas tierras. Bebieron los espirituosos vinos y los dulces licores elaborados con los más sabios y artesanales procedimientos. Todos se unieron a la fiesta.
En la zona meridional de la terraza los conocedores de las artes amatorias de aquel paraíso hicieron colocar el más bello y extenuante de los tálamos del amor. Nunca una pareja había disfrutado tanto en sus bodas de plata.
Una pareja de bellas y jóvenes muchachas se dirigieron hasta donde estaba ubicado Darío, semidesnudas, asieron al esposo de Rebeca por los brazos y lo condujeron hasta el sitio del placer carnal. Dos ágiles, fuertes y morenos mozos hicieron lo propio con Rebeca que aún creía vivir en un mágico sueño.
Las muchachas despojaron de sus nobles ropas a Darío y los mozos retiraron del cuerpo de Rebeca el lujoso haik, se aislaron discretamente y los amantes se abrazaron tendidos y desnudos sobre el tálamo del amor.
Fundidos Rebeca y Darío en un agresivo abrazo que condujo a un dulce beso, parecían el enredamiento de la cola de un koala, Darío acariciaba acompasadamente las orejas de su amante, bordeaba sus lóbulos, pellizcaba dulcemente detrás de sus tiernas orejas. Rebeca clavaba sus adecentadas uñas con movimientos libidinosos sobre la fornida y fuerte espalda de su amante. Los dos jóvenes, empezaron al mismo tiempo, tierna y dulcemente a extender un agradable aceite sobre la sensual espalda de Rebeca, hasta llegar a sus bien constituidas nalgas. Las cuatro manos de los jóvenes egipcios sobre aquella parte de su cuerpo, hizo que Rebeca suspirara de gozo y placer. Las dos bellas jóvenes, perfumaban masajeando sensualmente, el torso de Darío. Ambos amantes no dejaban de jadear, besarse y abrazarse salvajemente. Darío se giró y de rodillas sobre aquella superficie de lujuria, comenzó a acariciar los hombros desnudos de Rebeca, continuando por su sensual espalda, al llegar a su cintura, se dirigió con sus hábiles manos hasta las perfiladas piernas de su amante que acariciaba amorosamente. Rebeca no podía creer que fuera posible percibir tantas excitantes emociones en un sólo día. Los dos mozos la elevaron mientras Darío seguía masajeando sus atractivas nalgas. Las dulces manos de las dos bellas jóvenes acariciaban con mucho tacto y sabiduría los pechos y el diafragma de Rebeca. Darío cambió los dedos por los labios y lengua, besaba y lamía con amor y pasión el bello cuerpo de su amante. Rebeca no pudo más y gritó de placer como nunca lo había hecho. Estalló en un abundante orgasmo.
Los dos mozos dejaron caer suavemente el cuerpo de Rebeca que recobró por un instante la noción del tiempo. Miró con tierna lujuria a su bello amante, acercó sus manos a su pecho, acariciándolo lenta y desenfrenadamente al mismo tiempo. Observó su miembro duro y erecto, se agachó hasta él y jugó con sus labios y lengua hasta que Darío ofreció todo su ardor, mientras ella succionaba la punta de la joya de su marido, las dos chicas se aproximaron y con la punta de sus lenguas recorrían con perversidad los testículos de Darío. Los dos egipcios acariciaban la nuca y nalgas de Rebeca. Los amantes vivían su mejor aniversario.
Las mujeres dejaron de jugar con sus bocas y los genitales de Darío. Éste quedó tendido con el miembro erecto. Los jóvenes izaron el cuerpo de Rebeca y tiernamente lo bajaron hasta el miembro de Darío. Ambos amantes quedaron unidos por la cópula del prisionero. Rebeca movía su vulva al compás del empuje del duro y jugoso ariete de Darío. Las bellas jóvenes besaban las tetillas de Darío y acariciaban sus muslos sabiamente. Los mozos a veces retiraban a Rebeca y la cambiaban de postura. Alternativamente Rebeca miraba la cara de placer de su cónyuge y otras, sus fuertes piernas. En cada cambio de posición, Rebeca inundaba con sus flujos del placer el miembro de Darío.
Las trompetas volvieron a emitir su celestial música que apenas era oída por la pareja de amantes. Todo en aquel lugar era celebración.
En la cópula que parecían imitar la picadura del escorpión Darío eyaculó salvaje y abundantemente sobre la cueva del placer de Rebeca, ésta al notar aquel cálido néctar desapareció de aquel insólito lugar.
Apareció de nuevo en la tienda de artículos esotéricos, la anciana dependienta la estaba esperando detrás del mostrador y alargándole la moneda de oro le dijo a Rebeca: Son cien euros. Rebeca desconcertada vació su cartera y le dio a la anciana todo el dinero que llevaba encima y le dijo a la vieja dependienta: Quizás el año que viene vuelva a por la moneda de oro.

lunes, 26 de octubre de 2009

DEL LINIMENTO A LA COMPENETRACIÓN.

DEL LINIMENTO A LA COMPENETRACIÓN

Claro está, que en aquella época lo más aconsejable y económico eran las diestras manos que friccionaban con habilidad sobre gemelos y muslos el tonificante líquido vertido del frasco del crápula del tío del bigote. Así fue con muchas generaciones de deportistas. El utilero siempre acudía en auxilio del delantero que había sufrido un tirón o del portero que padecía un esguince. Siempre llegaba él con su frasco de linimento, unas friegas y a seguir en la batalla.
Algo de aquella experiencia debió quedar en el utilero, para que ahora se encuentre manoseando las ferias de los novios y novias, la de agricultores, ganaderos y turistas. Algo de linimento debe conservar en su alforja política para que ahora sobe con sus dedos la Educación y la Cultura. Con el regenerador linimento también embadurna ahora a los empleados y a los aspirantes a serlo. Con el líquido reconfortante de su mágico frasco del tío del bigote también consigue que apeste el ente público de radio y televisión.
Y cuando el gran jefe, el gran atleta, el gran corredor de fondo, el amo del universo, sufre una caída o es víctima de una zancadilla, el utilero saco su frasco de linimento, fricciona, unas friegas, y a seguir en la batalla.








sábado, 24 de octubre de 2009

EL MANIFIESTO DE MANZANARES

EL MANIFIESTO


Cuantos más medios de expresión existan, mejor y como los que vienen apareciendo por Manzanares son de periodicidad mensual, el lector dispone de tiempo suficiente como para leer, reflexionar y analizar lo que cada uno dice y opina.

Conviene, por el bien de la libertad de expresión, que cada uno diga quién es y qué defiende. No vale la expresión etérea de “un periódico de todos y para todos”. El Manifiesto de Manzanares, que ya ha publicado dos números, es de la derecha y para la derecha. Sin lugar a dudas. Y eso, no es ni bueno ni malo, pero insisto que conviene ser respetuoso con los sentimientos del lector.

Y todos estaremos de acuerdo en que es una especie de “órgano oficial” del PP local y daré un par de detalles que a nadie se les escapan: Se puede bajar desde la web del partido Popular de Manzanares y, segundo, la mayoría de sus plumas tienen el carné de dicho partido en el bolsillo desde hace tiempo. Y está bien que escriban, opinen y se manifiesten, ¡claro que sí!, ¿por qué no iban hacerlo?

En cualquier caso convendría que a esa revista “de distribución gratuita”, ¿quién la financia y por qué?, se le pusiera precio. Porque lo que no se paga no se valora y pronto adquirirá el apelativo de “panfleto” y esa definición, créanme, no le va a favorecer en absoluto.

También es de desear que la propia revista soltase lastre. Es muy lamentable, bajo mi punto de vista, claro está, revivir al casposo de “Braulio el cartero”, además, en contraportada. Una revista joven no puede caer en ese tremendo error, nuestros coetáneos no se lo merecen.

Particularmente, me hace mucha gracia que ahora todos queramos locales y espacios para exponer ideas y contrapuntos. En fin, nunca es tarde si la dicha es buena.

Un poquito de estilo más cosmopolita le vendría muy bien a la revista. ¿Pero cómo se atreven a titular un artículo con un ¡¡¡ A R R E A!!!, y, bueno, lo que sin dudar tiene delito, es lo de MANZAGATOS por el mundo. Una revista que presume de traspasar fronteras, debería respetar nuestro gentilicio.

Por otra parte, un corrector orto-tipográfico le haría una excelente labor al conjunto de la revista.

Sin embargo, lo que más llama la atención de la reciente publicación manzanareña son los créditos de la misma. Dice ser un periódico independiente de información local y lo primero que esconden es el nombre de la empresa editora. Resulta que Edial, S.L., no deja de ser un acrónimo de “EDICIONES ALBANDEA, S.L.” Sociedad que comienza sus operaciones el 02.08.2000, cuyo objeto social es “La edición de una revista vitivinícola y la comercialización de vinos”.

Y esto que aparece en su objeto social debe ser cierto, toda vez que dicha sociedad aparece como editora de la revista “El correo del vino”.

Es curioso que hayan utilizado esta plataforma para hacer un periódico de información general y lo que todavía llama más la atención, es el hecho de que una sociedad que dice comenzar sus operaciones en el año 2000 no conste en el Registro Mercantil que haya hecho su depósito de cuentas anuales en la vida. Sin entrar a valorar, entre otros detalles, el autobombo de estar inscrita en el Registro de Empresas Periodísticas que está derogado por la Ley 29/1984.
En defintiva, que si se dice defender a una comunidad como es el pueblo de Manzanares, estaría muy bien empezar por la decencia en uno mismo, apareciendo como somos realmente y sobretodo, cumpliendo con las obligaciones que la Ley nos asigna.







sábado, 17 de octubre de 2009

LOS NÓMADAS SIGUEN SU RUTA. AHORA VALDEPEÑAS





LOS NÓMADAS VIAJAN A ASTURIAS




El próximo miércoles día 21 de Octubre estaré en GIJÓN para hacer la presentación de la novela NOMADAS DE LA MEMORIA. El acto se llevará a cabo en el salón de ámbito cultural de EL CORTE INGLÉS a las 19:30 horas y estaré acompañado por el entrañable José Á. Jarne. Os espero por allí.


jueves, 24 de septiembre de 2009

CASA DE AIRE DE FRANCISCO CENAMOR


Mi padrino literario, el gran amigo, y cómo no, gran poeta, Francisco Cenamor tiene nuevo libro de poemas. Desde aquí os animo a que os hagáis con él. Su título es "Casa de Aire" etidado por Amargord.

Casa de aire, de Francisco Cenamor(Ediciones Amargord, Madrid, 2009).Francisco Cenamor nos presenta, después de tres libros ya editados, un texto compacto, más trabajado de lo que tenía por costumbre hasta ahora. Sus anteriores textos, en los que ya aparece con fuerza su voz poética, forman parte, sin duda, de ese aprendizaje en el que unos y otros le hemos visto esforzarse en los últimos años. Pero de ese periodo anterior nos quedamos con esa ternura, a veces inocente, con la que trata a los seres humanos en sus poemas.Al leer este último poemario he descubierto la importancia que tiene para él la imagen, la mirada, lo que se ve y cómo eso que vemos nos transmite cierta idea de relación, entre los humanos entre sí, y entre estos y la creación. No en vano podemos apreciar diferentes formas relacionadas con lo visual en cada uno de los libros que componen este texto.La primera parte, de título igual al libro, Casa de aire, es una verdadera exposición fotográfica, la vida cotidiana de una mujer que vive en la calle contada a través de treinta y tres imágenes, transformadas en palabra en una serie de poemas muy cortos y despojados de adorno. Sin duda se nota aquí la influencia de poetas como Luis Luna, de quien no oculta haber aprendido mucho en los últimos años.Después de recorrer esta exposición, nos traslada, en Ríos de gente, al cine; pero al cine en pequeñas dosis, al cortometraje. Veinticuatro pequeñas historias en las que vuelve a retratar la vida cotidiana de los seres humanos con esa ternura de sus primeros libros, pero en poemas, esta vez, más elaborados y breves. El tiempo, esa otra constante en su poesía, es protagonista de toda esta segunda parte, hasta aparecer incluso en los títulos de los poemas. La ausencia de horas exactas, cuartos o medias, nos da idea de cierta aleatoriedad del acontecer humano. En esta sección del poemario nos encontramos con técnicas que más tienen que ver con el microrrelato que con la poesía: es una apuesta.Y finaliza el libro con el teatro: cinco poemas que son los cinco actos de la Última función, una representación en la que la obra dramática se funde con la vida, hace que el espectador o espectadora sea interpelado por los actores que muestran sus personajes. El público, frente a la obra de arte, aparece con fuerza intuyéndola, haciéndola suya: otra de las constantes preocupaciones del autor cuando se pone a escribir.Francisco Cenamor, siempre cercano y activo, ha sabido hacerse un pequeño hueco en la poesía, tal vez más por su proceso, por ese querer aprender con el que se ha acercado a los poetas más jóvenes, a los de su generación, a los más experimentados y a los clásicos. En ocasiones, claro, por su obra. Este es un buen momento para que comience a ser valorado, sobre todo, por su obra.Muhsin Al-RamliPara leerlo, pedidlo en vuestra librería habitual. Si no os lo consiguen (las distribuidoras suelen decir que están agotados los libros de poesía para no distribuirlos a pesar de que las editoriales les pagan para ello), se puede solicitar por correo a francisco.cenamor@gmail.com.

martes, 18 de agosto de 2009

EL SUEÑO ETERNO



En fin que me gusta más Chandler y su detective Marlowe.

Si queréis gozar de novela negra este puede ser un buen título, y si quereis recrearos con el cine, este mismo título vale. Interpretado en sus papeles principales por Bogart y Bacall.

miércoles, 12 de agosto de 2009

LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS MUJERES


Esto de los grandes fenómenos literarios, a veces, esconden una trampa. Imagino que de lo que se trataba era de vender ejemplares sin más. Esta novela, la primera de una trilogía llamada "Millenium" es, a mi modo de entender, bastante deficiente y lo peor de todo es que se nos quiere hacer ver que es lo mejor en novela negra de hace mucho. Si es verdad que la historia engancha, se tarda bastante en encontrar la conexión de la historia en la que se ve envuelto el protagonista Mikael Blomkvist. Un suceso que lleva sin esclarecerse desde hace treinta años. La investigora privada, una chica joven llamada Lisbeth Salander, emplea técnicas que, a veces, a mí me parecen bastante inverosimiles. Y la trama deja bastante que desear, sobre todo con el vuelvo final cuando se resuelve al asunto. ni qué decir tiener la falta de humanidad de los personajes en general.

Bueno pues eso, que las grandes editoriales sabrán lo que hacen, pero luego que no se quejen si la gente les vuelve la espalda.

domingo, 9 de agosto de 2009

ZONA AZUL

Es verdad que existen motivos más que suficientes para oponerse a la implantación de la zona azul en Manzanares, entre ellas cabe resaltar las siguientes:
*No pueden los políticos en el poder comparar Manzanares con Tomelloso o Valdepeñas. Estos pueblos han crecido 6.ooo y 3.ooo habitantes respectivamente en los últimos cinco años, mientras Manzanares no ha llegado a 900. Conclusión que esta medida pudo tomarse mucho tiempo atrás.
*Los residentes que puedan tener derecho a la reserva de una plaza, debe tener asimismo una zona delimitada de la zona azul. Lo contrario es duplicar la tasa por aparcar.
*Son muchos los pequeños comercios que por la crisis económica se han visto obligados a cerrar sus establecimientos. Esta medida, en estos momentos, puede no incentivar la creación de nuevos comercios.
*No se nos puede estar incitando desde todos los frentes a que compremos vehículos nuevos para sacar al sector del automóvil de la crisis, para que luego nos estén esperando el resto de administraciones para nutrir sus arcas a costa de nuestra inversión.
*Debería de haberse complementado con alternativas a la zona azul, como parking públicos.
*Es legítima la protesta. Es legítima la concentración y la manifestación.
*La protesta debe llevarse a cabo en la sede de donde procede el "mal". Si es contra la Justicia, en la sede de los Juzgados; no en casa del Juez. Si es contra los impuestos, en la sede de Hacienda; no en la casa del Concejal de Hacienda. Si es contra el desempleo, en la sede el Sepecam, no en la casa del Jefe de la Oficina del Paro. Si es contra una medida del ayuntamiento, en la Casa Consistorial, no en la casa del Alcalde.

Mal, muy mal se ha canalizado desde ¿Ciudad@nos de Manzanares? la protesta contra la zona azul. De la forma en que se ha llevado a cabo perderan apoyos, credibilidad y honestidad y acabrán quemando a la gente joven que al final verá frustrada sus reinvidicaciones, si es que en verdad las tenían.

De que manera tan torpe se puede acabar con un movimiento que podría dar un nuevo impulso de renovación a nuestra caduca clase política.

sábado, 18 de julio de 2009

DE TRAJES Y VESTIDOS


Recomiendo a los líderes del PP valenciano que visionen de nuevo esta gran película.
Memorable la escena en la que el sheriff (Marlon Brando) le pide a su esposa que devuelva el vestido que le regaló el magnate del pueblo para acudir a su fiesta.

martes, 23 de junio de 2009

FIRMA DE EJEMPLARES EN LA FERIA DEL LIBRO DE PUERTOLLANO







Esta tarde estaré en la Feria del Libro de Puertollano firmando ejemplares de mis novelas publicadas. Os espero.



lunes, 22 de junio de 2009

PRESENTACIÓN EN XÁTIVA


Pues muy agradecido que estoy del público que en Xátiva me acompañó a la presentación del libro y en particular a Xavi Aliaga que hizo una valiente exposición de la misma.


Acompaño una foto del acto.

jueves, 18 de junio de 2009

PRESENTACIÓN EN XÁTIVA


sábado, 4 de abril de 2009

PRESENTACIÓN DE NÓMADAS DE LA MEMORIA EN MEMBRILLA


El próximo martes día 21 de Abril a las 21 horas presentaré "Nómadas de la Memoria" en Membrilla en el Salón de Plenos del Ayuntamiento.


Por supuestos que estáis invitados.


TELEGRAMAS II.- UN DÍA DE CAZA


II.-UN DÍA DE CAZA

El despertar de Isabella fue relamidamente exquisito. Su húmeda lengua rozaba una y otra vez sus delgados labios, sus lánguidos párpados no deseaban abrirse, sus iris no anhelaban ver la luz del día, su torso cubierto por un salto de cama de tul de seda transparente giró al tiempo que su cabeza hundía su nariz en la cómoda almohada de plumas de ganso. Isabella pretendía seguir soñando. Su cuerpo quería aprovechar aquella estancia en aquel enigmático, lejano y mágico país. Deseaba gozar de sus pasiones y pretendía recorrer aquella magnífica extensión de tierra al mismo tiempo. Sabía que tenía que ponerse en pie. Daniel no estaba en la suite, el desayuno sí. Una escueta nota manuscrita sobre el tocador de nogal decía: “Aprovecha el desayuno. Te he encargado ropas para que disfrutes de este exclusivo día conmigo. A las diez estaré en la cafetería de recepción. Te espero divina Isabella. Gracias por tu venida y por tu desbordante amor”.
Se acercó aún con la nota en la mano a la mesita que soportaba el desayuno. La colocó frente a sus ojos al tiempo que desde una jarra grande de cristal se sirvió un dulce zumo de naranja bastante saludable. ¿De qué ropas me habla mi encantador argentino? Isabella no veía por ninguna parte indumentaria alguna distinta de los vestidos que ella había traído en su equipaje. Las sorpresas le gustaban, pero la excitación por lo desconocido le sobrecogía. Saboreaba unos dulces. Repasó de nuevo la nota de su amante. Bebió agua mineral muy fría. Recorrió con sus aún soñolientos ojos la habitación en busca de las prendas de las que la nota hacía referencia. Con el cubierto racionaba un filete de jamón, mordisqueó el pan. La ropa no la llegó a encontrar. Disfrutaba de una fotografía que les hicieron en el restaurante la noche anterior. Con su dedo índice derecho acariciaba el fotogénico rostro de Daniel. Tomó café y dio por terminado el desayuno. Observó el reloj que marcaba las nueve y media, apenas tenía tiempo de pasar por la ducha y de arreglarse para continuar su grata estancia junto al estuario de La Plata.
Pasó a la cabina de la ducha. Abrió el grifo. El agua parecía emanar de un fresco manantial, realmente aquella suite estaba bien cuidada en los detalles y mejor equipada para el confort de sus clientes. Se acariciaba dulcemente los pechos mientras el agua los regaba y endurecía. Llamaron a la puerta. Isabella estaba muy entusiasmada con aquella angelical ducha. No percibió el ligero timbre de la puerta. Humedeció la esponja natural con un suave y espumoso gel que inundó toda su piel de unas excitantes burbujas que recorrían su esplendoroso cuerpo jugando entre sí. Abrieron la puerta de acceso a la habitación. Dejaron una fabulosa caja de cartón adornada por un enorme lazo de satén rojo y volvieron a cerrar la puerta.
En la bulliciosa capital federal de Argentina la mañana era soleada, una ligera brisa hacía mover los pequeños arbustos. La temperatura era muy agradable. Las lejanas y escasas nubes del cielo eran eclipsadas por las densas nubes oscuras que la actividad fabril generaba. Los ciudadanos bonaerenses respiraban preocupados por su destino socio-económico. La capital del Estado en verdad que había generado los más enérgicos sindicatos obreros por su enorme actividad mercantil que desembocaba en el puerto del río, pero no era capaz de organizar un sistema político estable e independiente del gran hermano del norte. Del voraz gigante estado del norte de América. Las iras sociales siempre miraban a los estados de Nueva Inglaterra. Los más críticos sabían que allí movían los hilos de su pecaminosa situación. Isabella era ajena a aquel entramado pero deseaba estar informada de lo que allí sucedía.
Salió del baño cubierta por un albornoz que secaba su piel. A la cabeza una enorme toalla de color blanco. Conectó el televisor y visionó un telediario de noticias locales. Sólo hacían referencia a la conflictividad social con la que se topó cuando el día anterior desembarcó en el aeropuerto de la capital del Estado. Anunciaron una rueda de prensa del ministro responsable a eso del mediodía. Isabella encendió un cigarrillo y, quitándose la toalla de la cabeza, descubrió la caja de cartón que instantes antes había depositado en la habitación uno de los conserjes del hotel. Deshizo el lazo que la cubría, la abrió y allí se encontraban debidamente colocadas y ordenadas las prendas de las que hablaba la nota de Daniel. Eran las diez menos diez de la mañana.
Muy bien había tomado Daniel sus medidas para que aquella indumentaria le sentara tan francamente bien al excelso cuerpo de Isabella, pero la despierta mente de ella no llegaba a alcanzar el motivo de tener que ir vestida de aquella forma. No era precisamente la ropa que ella se pondría para seguir viviendo aquel emocionante romance argentino. Se miró al espejo y realmente pensó que parecía más un guerrillero que una apasionada enamorada. No comprendía el destino que le depararía ir cubierta de aquel ropaje. Salió de la suite, cerró la puerta, alcanzó el ascensor. Eran las diez en punto de la mañana. Llegó a la cafetería del hotel y allí se encontraba el reflejo de su pasión. Daniel también vestía de igual forma. Besó por primera vez los labios de su amante aquella prometedora mañana.
La gran avenida en la que se ubicaba el Hotel Río de la Plata había sido tomada momentos antes de que Isabella bajara a la cafetería por una titánica manifestación de trabajadores del sector de la siderometalúrgica bonaerense. A la cabeza de la misma los líderes de estos trabajadores portaban una superlativa pancarta en la que se podía leer en letras mayúsculas junto a las siglas del potente sindicato: “LOS TRABAJADORES DEL METAL POR EL MANTENIMIENTO DE SUS PUESTOS DE TRABAJO”.
¡Tal como lo imaginaba! Sabía que portarías con verdadera magia el traje para ir de caza. ¿Cómo?, Sí, sí, querida Isabella, no te sorprendas. Hoy he preparado un gran día de caza que ambos disfrutaremos en la finca de un amigo mío. ¡Pero si yo jamás he matado un mosquito!, respondió con cierta sorpresa Isabella. Daniel la tranquilizó y tomándole la mano izquierda que se la llevó hasta sus carnosos y sensuales labios, besándola, la sacó de la cafetería camino de la puerta de acceso del hotel. Esperaron con cierto nerviosismo el paso de la manifestación. Algún manifestante les espetó duros insultos como huéspedes de aquel lujoso hotel. Tenían de alguna forma que identificar a los responsables del quebranto de sus empleos. Isabella no comprendía la situación y le sorprendió que su amante pareciera vivir con tanta holgura en medio de tanta miseria como estaba descubriendo en el país de la pampa. En la alacena de América del Sur. No obstante también pensó que ella se encontraba allí por otras razones y las quería vivir intensamente. No le importaba lo que su amante representara, solamente quería gozar de él y de su compañía.
Un lujoso y arrogante vehículo todo terreno les recogió de la puerta del hotel. Se hicieron a la autopista camino de la finca del amigo de Daniel. En la parte trasera del vehículo, ambos amantes se besaban con desbordante fogosidad y deseo; al tomar violentamente una primera curva, las varoniles manos de Daniel captaron por unos instantes los codiciados pechos de Isabella. La voz de Gardel en los bafles del vehículo completaba el fascinante ambiente de los enamorados.
Las neuronas de Isabella no eran capaces de situarla en el campo detrás de una escopeta. Pensaron por un momento recrear aquella situación. Los ojos y el pensamiento de Isabella no hilvanaban el futuro próximo. Su hombro derecho no se creía capaz de soportar el retroceso de la máquina de matar, tampoco el izquierdo. Cerró los ojos para imaginar la aventura que su amante le había propuesto. Sólo veía oscuros agujeros por los que su alma se precipitaba al vacío. Quedó por unos instantes inmóvil. Presa de los nervios, aspiraba como podía el viciado aire del cerrado vehículo. No quiso hacer comentario alguno con Daniel, deseaba en su interior poder estar a la altura de los acontecimientos y no decepcionar a su romántico anfitrión. El guía del todo terreno redujo la velocidad, accionó la luz intermitente derecha y tomó la segunda salida de la poblada autopista, atrás dejaron la populosa ciudad de Buenos Aires. Se adentraron por un ceñido camino rural por el que se producía un polvo bastante molesto e insalubre. El camino no se pensó para el tráfico rodado, siempre había sido cubierto desde los tiempos de la colonización de la ciudad por los romeros que allí culminaban su peregrinaje hasta la ermita de una prodigiosa virgen. Le ermita había pasado a ser del patrimonio de la finca al igual que la venerada imagen. La mente de Isabella se ubicó por unos instantes en los momentos vividos con su amante la noche anterior. Suspiró por aquel dichoso recuerdo y anheló repetir.
Al llegar a la finca del amigo de Daniel dejaron el automóvil, pasaron por una enorme cuadra donde descansaban unos hermosos caballos. Daniel eligió dos de ellos, les puso la silla de montar. Isabella jamás había subido en los lomos de un caballo, pero la idea empezaba a fascinarla. Su desbordante júbilo era observado a través del brillo de sus ojos. Daniel sabía galantear y confiaba en que la jornada de caza diera sus frutos. Ya tenía una pieza bajo sus dominios, sólo era cuestión de esperar el momento idóneo y apretar el gatillo. La ayudó a subir al caballo. Se acercaron galopando hasta una de las agraciadas lagunas de las que estaba dotada aquella magnífica heredad. No cogieron armas de fuego. Circunstancia que sorprendió a la neófita Isabella. El aire que se respiraba junto a la laguna era inmensamente saludable, nada tenía que ver con el de la gran metrópoli.
El caballo que montaba Daniel se detuvo junto a una cabaña construida con cañas y barro. Accedió el cabal amante de Isabella por una desvencijada puertecilla, al salir, sobre sus hombros dos hermosas aves sacudían sus vistosas alas. Un sorprendente ¡OH!... salió de los labios de la española. En realidad la caza quedó en una exhibición de cetrería.
El halcón se lo quedó Daniel. Sobre la mano de Isabella se posó un azor de plumas pardas y negras. Los lanzaron al cielo al unísono y su majestuoso vuelo despertó la curiosidad de Isabella que preguntó por todo tipo de detalles sobre aquella antigua actividad humana. Las aves fueron amaestradas por Daniel. Este detalle sorprendió gratamente a Isabella. Al rato regresaron con las capturas en sus garras. Las volvieron a soltar, mientras regresaron, los amantes se fundieron en un irresistible beso de recién enamorados.
El reloj de Daniel marcaba aproximadamente la hora de la comida. Planteó a Isabella acudir hasta la hacienda que existía en la parte oriental de la finca. Una vez allí un sublime cocinero de color les recibió gratamente. Era un joven muy habilidoso en la cocina y agradable en su aspecto y en su forma de comunicarse.
El metal del teléfono sonó, Beyazid que así se llamaba el criado del amigo de Daniel, pasó la llamada a éste. Después de un breve momento de atender el auricular, Daniel cambió sus atavíos de la cetrería por un aristocrático traje oscuro. Se tuvo que disculpar de su huésped. Un helicóptero le recogió de la finca. Un asunto urgente en la ciudad no podía esperar. Daniel era en realidad el presidente de la patronal de la siderometalúrgica.
Con cierta tristeza Isabella empezó a digerir aquella noticia al mismo tiempo que la apetitosa comida que Beyazid ponía cuidadosamente sobre el mantel. Le sirvió una copa de vino tinto para el asado de aves que aquella misma propiedad producía. Beyazid se retiró prudentemente. Isabella continuó masticando lentamente, su corazón había quedado un tanto abandonado por los conflictos sociales de la capital. Tal vez debió indagar sobre Daniel, preguntar por su actividad o profesión, pero la realidad era la que tenía y todo parecía indicar que Daniel tardaría en regresar. Egoístamente pensó que aún sería peor si Daniel hubiera tenido que estar en la manifestación. Ahora le venía a la mente las conversaciones que había tenido a través de la pantalla de su ordenador. En los tres años que frecuentaba el chat con Daniel nunca le había informado de sus responsabilidades. Su intuición femenina apuraba cada detalle de su relación con el hombre americano.
Después del postre preguntó a Beyazid por el baño. Éste le indicó gentilmente el camino proporcionándole al mismo tiempo unas prendas más cómodas para disfrutar de la estancia en aquella enorme hacienda. Beyazid era un hombre discreto, pero ya tenía cierto manejo en situaciones parecidas. No era ésta la primera vez que una conquista de su patrón o de los amigos de éste quedaba desamparada en la inmensidad del latifundio.
Isabella salió a pasear por el campo. Volvió por las cuadras y miró ensimismada a los caballos que ya se habían familiarizado con su grácil rostro. Se encontró con Beyazid que también se ocupaba de la comida de los animales. Las piernas de Beyazid estaban desnudas, lucía un ceñido pantalón corto que usaba para desarrollar aquellas tareas. Los ojos de Isabella contemplaron aquellas piernas con deseo. Brillaban con sus movimientos. Las veía fuertes, se imaginó poder tocar aquella piel de ébano. Beyazid pretendió alegrar la tarde de la invitada de Daniel, se acercó a ella y le propuso conocer más a fondo aquel cortijo argentino. La permisividad de la que disfrutaba por el talante de D. Roberto, propietario de la finca, daba pie a que Beyazid galanteara fácilmente con las chicas de moral distraída que frecuentaban aquellas instalaciones.
Daniel aterrizó en la azotea de un edificio público, el que albergaba las dependencias del Ministerio de Interior Argentino. Allí le esperaban los responsables del ministerio, los Jefes de los Sindicatos, sus guardaespaldas y el Ministro de Trabajo. Después de un hueco saludo, pasaron a una gran sala, en cuyo centro existía una mesa ovalada de grandes proporciones donde los peones de todos los responsables del conflicto social hacían su contradictorio trabajo.
Isabella era una gran amante. Había disfrutado con otros hombres en su tierra natal. Con todos ellos había conseguido una gran compenetración, armonía y libertad. Esas tres consideraciones siempre las tenía muy presentes en cualquier relación con los hombres, la última más que la primera. Si Isabella se enamoraba de un hombre, jamás le traicionada. Si un hombre le excitaba sexualmente lo gozaba. Sus amores siempre habían admitido esa posibilidad, sabían que era un privilegio disfrutar del amor de una mujer como ella. Una vez estuvo casada. Él fue el que no respetó el pacto del amor y el matrimonio tuvo que deshacerse. Sus ojos transitaban observando los anhelados muslos de Beyazid. Pensaba en la idea de humedecerlos con su lengua, de apretarlos con sus manos, de contrastar sus blancos dientes con su dura y tostada carne.
La manifestación se había concentrado en la Plaza de Mayo. Los desesperados trabajadores confiaban en que las propuestas de sus líderes fueran aceptadas por la patronal. Tenían que creer de forma manifiesta en alguna palabra. Si su fe en la solución se desvanecía, el caos recorrería todo el Estado. Las posturas en la negociación se encontraban enormemente separadas, absolutamente irreconciliables, tercamente enquistadas, artificialmente hostiles.
Perdona, ¿tu eres argentino?, preguntó Isabella a su compañero de establo. Si, claro que sí, señora. ¿Por qué la pregunta?, respondió Beyazid. No sé, supongo que por saber y por animar un poquito la conversación y así también la tarde. Había pensado instantes antes que por el color de tu piel no eras natural de este país. Continúo Isabella. Su interlocutor le respondió, aclarándole alguna de sus ingenuas preguntas: En mi país, estamos de muchas razas y orígenes. Es verdad que predominan los de piel blanca y de origen hispano e italiano. Mis ancestros según me ha contado alguna vez mi mamá, eran franceses y los de éstos a su vez no se muy bien de que parte del norte de África, musulmanes tengo entendido, pero en realidad mi familia está asentada en Argentina hace varias generaciones. Tutéame, por favor, le musitó una Isabella que comenzó a recobrar parte de la alegría perdida momentos antes con el vuelo del helicóptero.
Toda la nación pendiente de la reunión que se celebraba a puerta cerrada en las dependencias del ministerio del Interior. Las partes no negociaban, se miraban, callaban, amenazaban. Los trabajadores con continuar la huelga y extenderla a otros sectores. La patronal con el masivo despido de aquellos. El Gobierno con dictar un decreto que obligara a las partes. Los periodistas ávidos de novedades, hacían historia de la crisis en sus medios.
La tarde se apagaba, el Sol remitía a otras zonas del Planeta. Las temperaturas descendieron. Beyazid propuso a Isabella pasar al interior de la mansión, a otras zonas más confortables y cómodas. Un sí por favor se deslizó por los sensuales labios de Isabella, mirando fijamente y sin pestañear los ojos negros de Beyazid.
Un cómodo salón equipado con estilo muy funcional y hechicero recibió a los ojeadores de alazanes. En la parte septentrional una chimenea caldeaba el ambiente. Siéntate como en tu casa Isabella. ¿Tomas una copa? Dijo el sustito del anfitrión. ¿Puedo elegir algo caliente?, respondió la huésped. Beyazid pensó durante un instante y con una gestual sonrisa en los labios y dando un chasquido con los dedos de su mano derecha, dijo: te voy a preparar algo que te gustará, ya verás como algún día repites. El chico de color se retiró a la cocina. Isabella comenzó a instalarse cómoda y tranquilamente sobre uno de los sofás del confortable salón, Beyazid había dejado en funcionamiento el equipo de música con románticos boleros.
Puso agua en una tetera, la justa para dos tazas, añadió seis terrones de azúcar lo completó con dos cucharadas de té verde. Lo dejó hervir durante treinta minutos. Se fue mientras tanto a observar los movimientos de Isabella, que balanceaba su cabeza al son de los boleros. Su mente recordaba el brillo de los muslos de Beyazid.
Una llamada telefónica del embajador de la Casa Blanca, forzó el acuerdo. Los sindicatos desconvocaron la huelga. Daniel regresó en automóvil a la finca de la ermita.
Apagó el fuego y dentro de la tetera colocó cuatro hojas de menta, cerró con su tapa la vasija. Esperó medio minuto. Cogió de un tarro de frutos secos un puñado de piñones que colocó sobre un platito y se dirigió con todo al salón. Sirvió a Isabella el té a la menta. Encendió dos románticas velas, liberó de luz artificial aquella pieza de la casa. Ahora, calientito es como está bueno. Anda bebe, le dijo a la chica el criado.
La autopista sufría una retención importante, un desfondado Daniel ideaba el plan para darle la vuelta al acuerdo con los sindicatos. Pensaba que hubiera sido mejor opción regresar también en helicóptero y que tal vez ya estaría gozando de su conquista cybernética.
Isabella y Beyazid sorbieron el té, masticaban piñones, sus miradas coincidían. Isabella se tornó practicable. El afrodisíaco que preparó el descendiente de musulmanes comenzaba a dar sus frutos. Un erótico tango de súbito apareció por los bafles del reproductor de discos. Beyazid invitó a Isabella a bailar, ésta agradecida, aceptó la proposición. La mano izquierda del bailarín de color quedó imantada a la derecha de Isabella, la diestra en su atractiva cintura. Los motivos del baile eran salvajemente excitantes para ambos, el olfato de Isabella no se saturaba de los olores que la piel de Beyazid emitían, él suavemente, aspiraba los femeninos perfumes de la hembra en celo. En un trance del baile, Isabella alzó su pierna izquierda que Beyazid condujo y enredó entre su cuerpo, al soltarse, Isabella perdió la prenda que cubría su torso, sus exultantes pechos quedaron semidesnudos, los pezones apretaban las copas del sujetador, los movimientos de la danza se hacían cada vez más rápidos y provocativos. La camisa de Beyazid liberó sus ojales de los botones que la unían, un pecho masculino, de piel negra y suave pudo pellizcar un pequeño instante Isabella, el roce con aquella piel, inundó la mente de Isabella de todas las situaciones posibles de desenfreno y locura. La cera de las velas se iba consumiendo con la lujuria de los protagonistas de aquel incesante y encarnizado baile.
Isabella y Beyazid ya no seguían el ritmo del tango, seguían el palpitar de su encendida y loca pasión, sus ardientes bocas hicieron coincidir sus labios y lenguas, se chupaban las lenguas que parecían estar en una rueda de placer arremolinado. Sus brazos atraparon fuertemente sus cuerpos, el sudor corría por sus espaldas, por fin Isabella tenía entre sus dedos los fuertes muslos del criado, él con ambas manos sujetaba las bien formadas nalgas de la mujer. Se despojaron de todas sus prendas con velocidad de record. Isabella estuvo a punto de perder la cabeza al encontrarse con aquel hombre, al toparse con aquella maravilla de la Naturaleza. Agradeció en su interior al Supremo Hacedor, haber creado la raza negra para el goce en la sexualidad. Apenas podía creer que existiera un hombre con aquella dotación. No lo resistió, se arrodilló ante aquella máquina de placer tan digna de ser besada..., acariciada..., tragada ..., jugaba con ella, metía su lengua entre el agujerito del reluciente glande, sus manos recorrían sus muslos, agasajaban sus duras y vivas nalgas, relamía aquella armada entrepierna una y otra vez, Beyazid acariciaba con suavidad los cabellos que ardían sobre la cabeza de Isabella, ella no dejaba de obtener el placer de aquella felación, con ira y desesperación se quejaba de la escasa cavidad bucal de la que disponía. No podía engullir todo aquel extraordinario alimento. Respiraba y decía: sí, sí, sa, sí. Asemejaba a una abeja sorbiendo la dulce miel. No pudo más, con las piernas abiertas se tiró sobre el sofá. La punta de la joya de Beyazid la penetró ferozmente. La cavidad sexual de Isabella esta vez si se tragó toda la tranca del negro amante. Ella dio un gran grito de placer que simulaba el feliz canto de un ganso sobre la tranquila ribera de un estanque. El seguía presionando con una fuerza inusitada sobre los labios de la entrepierna de Isabella. El dolor apreciado al principio encendió la dicha en las mejillas de Isabella. Se tumbaron sobre la alfombra que cubría el parquet. De la fuerza inicial pasaron a la relajación. Sentado Beyazid sobre un cojín colocó a Isabella sobre él y acariciándole los senos copulaban con movimientos suaves y rítmicos. Ella emitía cálidos gemidos cuando generaba los continuos orgasmos. En la conjunción que parecía reflejar el eclipse de Sol, Beyazid inundó las entrañas de Isabella con su ardoroso néctar pasional.
Daniel tardaría en salir del embotellamiento. Isabella agradeció la jornada de caza, se había cobrado la mejor pieza.

PRESENTACIÓN DE NÓMADAS DE LA MEMORIA


Quiero expresar desde este espacio público mi enorme gratitud a todas aquellas personas que me acompañaron, junto al amigo Cenamor, en la presentación de la novela "Nómadas de la Memoria"


En especial a mi madre que casi a sus noventa años hizo un significativo esfuerzo en acudir al salón de actos de nuestra biblioteca municipal. A mis hijos, a mis hermanos, sobrinos.


A todos los amigos en general.


Todo el mundo echó de menos a nuestro aburrido concejal de Cultura que una vez más manifestó su cansancio en el cargo, aunque luego siempre está para hacerse la foto cuando nos visitan los grandes de las letras, pero eso es consustancial con un viejo falangista cascarrabias. ¡Muchas gracias por apoyar las inciativas literarias desde nuestra omnipresente, omnímoda y omnipotente Casa Consistorial!

sábado, 7 de marzo de 2009

NÓMADAS DE LA MEMORIA




¡Pues ya está! Ya tengo nueva novela. Se presentará en la biblioteca municipal "Lope de Vega" de Manzanares el próximo día 26 de Marzo.